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martes, 21 de enero de 2014

Freire: Vine a hacer el curso de magisterio porque no tuve otra posibilidad.

El problema con la política no es cómo está diseñada, sino que en el diseño primario se requiere que cada uno de los individuos que forman parte de ella cumpla con su papel lo mejor posible; que haga su trabajo tal como debe. Cuando en vez de poner un ladrillo ponemos un bloque de unicel, tal vez por algún tiempo este cumpla la función del anterior, pero ¿qué pasa cuando todo un piso está hecho de puro unicel? ¿Qué pasa cuando en vez de maestras tenemos tías o abuelas o carpinteros o mecánicos o cualquier otra cosa excepto profesores? 

Seamos claros: lo que Freire exige en el ejercicio de la docencia es que haya profesores progresistas y apasionados; que sepan que su labor es la base para el crecimiento de la nación  por tanto, en ello radica también su propio beneficio. Freire no pide que haya docentes dóciles y sumisos a los mandatos presidenciales o que agachen la cabeza ante una sociedad que lo humilla y atemoriza: Freire exige a los profesores que hagan su trabajo lo mejor posible, que reivindiquen su papel frente a la sociedad: tanto en las aulas como en los sindicatos, y que vuelvan a enaltecer la profesión por la importancia que tiene en la creación una sociedad equitativa.

En pocas palabras, Freire exige a los docentes que cumplan con su labor y a la vez hace crítica de aquellos que han entrado al magisterio como una última opción y que terminan siendo nada más que un lastre para la educación y la sociedad en general.