domingo, 24 de noviembre de 2013

Cualidades de un educador y el primer día.

Toca turno de reflexionar sobre aquellas cualidades que todo aquel que tiene la oportunidad de estar frente a un grupo debe desarrollar a lo largo de su estadía. Como bien lo he establecido en reflexiones pasadas la humildad integra a este conjunto de cualidades pues aquel que pretenda enseñar debe estar dispuesto a aprender y por supuesto estar consiente que no es poseedor de todo el conocimiento y a su vez darse la oportunidad de corregir aquel pensamiento que ser un ignorante en el tema, esta oportunidad vendrá al permitirse indagar en tópicos desconocidos. En palabras del mismo Freire: “Nadie lo sabe todo, nadie lo ignora todo”. El ser humildes nos permitirá reconocer  aquello que no sabemos del todo, y regresando a lecturas anteriores  el enseñar exige valentía; el sentir miedo nos da la sensación de que estamos vivos pero a su vez nos brinda la oportunidad de enriquecernos.

Otra cualidad  denotada por Freire es el amor que debe tener un educador por lo que enseña; no hay nada mejor que poder ayudar a alguien en aquellos tópicos donde independientemente de que domines te resulten apasionantes es decir que los sientas pero esto no solo se reduce a temas o contenidos si no a la misma satisfacción y amor que tienes por compartir y ayudar. Estas dos cualidades son tan estrechas que no pueden entenderse una sin la ayuda de la otra pues la simple humildad al querer enseñar algo se complementa positivamente cuando es un gusto hacerlo y es un privilegio impactar en determinada área.  La última cualidad que Freire entrega en esta carta es la tolerancia, y no solo hacia el convivir entre los que pareciéramos diferentes si no también estar abierto a aprender cosas nuevas y diferentes.

Un educador es un humano y estamos expuestos a todas aquellas sensaciones naturales por ejemplo: el sentir ansias ante un grupo, recordando el primer día en que tuve que “enfrentarme” a un grupo y las ansias que esto me generaba pero sobre todo el saber que día a día y pese a haber convivido ya por meses con estos alumnos sigo sintiendo curiosidad y ansias me hacen saber que estoy en el camino correcto pues no he caído en la monotonía y esta labor me sigue interesado. Quiero aclarar a alguno de mis educandos por si en algún momento llegaran a leer esta reflexión que no es mi intensión tomar este quehacer como trivial y poco serio, por lo cual al referirme en expresiones pasadas o mejor dicho al conjugar los verbos en presentes no indican que en algún momento termine conformándome con lo que debería de hacer frente a ellos. Sé que me entenderán pues como he comenzado este párrafo todos somos humanos.


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