Toca turno de reflexionar sobre aquellas cualidades que todo
aquel que tiene la oportunidad de estar frente a un grupo debe desarrollar a lo
largo de su estadía. Como bien lo he establecido en reflexiones pasadas la
humildad integra a este conjunto de cualidades pues aquel que pretenda
enseñar debe estar dispuesto a aprender y por supuesto estar consiente que no
es poseedor de todo el conocimiento y a su vez darse la oportunidad de corregir
aquel pensamiento que ser un ignorante en el tema, esta oportunidad vendrá al
permitirse indagar en tópicos desconocidos. En palabras del mismo Freire: “Nadie lo sabe
todo, nadie lo ignora todo”. El ser humildes nos permitirá reconocer aquello que no sabemos del todo, y regresando a lecturas anteriores el enseñar exige valentía; el sentir miedo
nos da la sensación de que estamos vivos pero a su vez nos brinda la
oportunidad de enriquecernos.
Otra cualidad denotada por Freire es el amor que debe tener
un educador por lo que enseña; no hay
nada mejor que poder ayudar a alguien en aquellos tópicos donde
independientemente de que domines te resulten apasionantes es decir que los
sientas pero esto no solo se reduce a temas o contenidos si no a la misma
satisfacción y amor que tienes por compartir y ayudar. Estas dos cualidades son
tan estrechas que no pueden entenderse una sin la ayuda de la otra pues la
simple humildad al querer enseñar algo se complementa positivamente cuando es
un gusto hacerlo y es un privilegio impactar en determinada área. La última cualidad que Freire entrega en esta
carta es la tolerancia, y no solo hacia el convivir entre los que pareciéramos
diferentes si no también estar abierto a aprender cosas nuevas y diferentes.
Un educador es un humano y estamos expuestos a todas
aquellas sensaciones naturales por ejemplo: el sentir ansias ante un grupo,
recordando el primer día en que tuve que “enfrentarme” a un grupo y las ansias
que esto me generaba pero sobre todo el saber que día a día y pese a haber
convivido ya por meses con estos alumnos sigo sintiendo curiosidad y ansias me
hacen saber que estoy en el camino correcto pues no he caído en la monotonía y
esta labor me sigue interesado. Quiero aclarar a alguno de mis educandos por si
en algún momento llegaran a leer esta reflexión que no es mi intensión tomar
este quehacer como trivial y poco serio, por lo cual al referirme en expresiones
pasadas o mejor dicho al conjugar los verbos en presentes no indican que en
algún momento termine conformándome con lo que debería de hacer frente a ellos.
Sé que me entenderán pues como he comenzado este párrafo todos somos humanos.
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