El
primer día nunca se estaré libre de inseguridades, de timidez o inhibiciones, principalmente
si se siente alcanzado por el miedo de no ser capaz de conducir los trabajos ni
de sostener las dificultades. El miedo es un derecho más al que corresponde el
deber de educador, de asumirlo para superarlo; asumir e miedo no es huir de él,
es analizar su razón de ser, es medir la relación entre lo que lo causa y
nuestra capacidad de respuesta. Nunca se pierde nada por exponerse a sí mismo y
nuestros sentimientos, considerando dentro de ciertos límites.
El
educador no es un ser invulnerable, es tan gente, tan sentimiento y emoción
como el educando. El miedo de cómo se va a salir adelante en su primer día de
clase frente a alumnos ya experimentados que adivinan la inseguridad del
maestro novato, es por demás natural, proceso por el cual el educador va
haciendo una especie de catarsis indispensable para el control del miedo, y por
el otro se va ganando la confianza de los educando. El hecho de asumir el miedo
es el comienzo del proceso para transformarlo en valentía.
Uno
de los aspectos que se debe considerar es los gustos de la clase, los valores, el
lenguaje, la prosodia, la sintaxis, la orografía, la semántica, la sintaxis de
sus alumnos, sus gustos, su forma de dirigirse al educador, las reglas con las
que juegan o pelean entre sí, todo esto puede formar parte de su identidad
cultural. Una de las sugerencias que se puede usar para comprender este tipo de
situaciones es crear el hábito, de que se transforme en gusto y no por
obligación, de hacer fichas diarias con el registro de las reacciones de
comportamiento, con anotaciones de las frases y su significado a lado, además
de agregar una observación de uno mismo para verificar el comportamiento todo
esto sería identificado como una "Lectura de su clase".
Además
es importante y necesario que el docente deje volar creativamente su imaginación
de una forma disciplinada, para que desde el primer día de clase se pueda
demostrar a los alumnos la importancia de la imaginación en nuestra vida. La
imaginación ayuda a la curiosidad y a la inventiva del mismo modo que impulsa a
la aventura sin la cual no crearíamos. Es preciso estimular la imaginación en
los alumnos, usarla en el diseño de la escuela con la que ellos sueñan.
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